ÁMAME
Crecer a la deriva
Careless Whisper suena de fondo. Sin prenda alguna en el cuerpo, al filo de una piscina, un hombre canta y baila la letra de una canción que simboliza el fulgor romántico, eso que tanto anhela. El desnudo físico explícito es una metáfora sobre el objetivo de Ámame (Leonardo Brzezicki, 2021): exponer cada recoveco mental y emocional del protagonista, interpretado por Leonardo Sbaraglia (Sangre en la boca, Hernán Belón, 2016) con tal vehemencia que le ha valido la Biznaga de Plata a la Mejor Interpretación Masculina en el 25 Festival de Málaga.
Santiago es un hombre roto. En busca de emociones que mitiguen su dolor pasa los días entre alcohol, drogas, orgías y encuentros casuales que no hacen más que acarrear desasosiego. Cegado por la inmadurez, solo es capaz de reaccionar cuando aquellos a quienes ama pierden toda esperanza en su persona: su exmarido rehace su vida sin arrepentimientos, su madre ya no se molesta en corregirlo y su hija adolescente Laila (Miranda de la Serna), con quien vive y tiene un vínculo especial, comienza a tomar decisiones sin consultarle.
La compenetración de los dos Leonardos -director y actor- se impone desde el primer plano. La cámara que nunca abandona los gestos del protagonista y describe detalladamente su excentricidad dota a la película de un realismo casi documental, provocando que las experiencias bochornosas que envuelven su crisis de la mediana edad -la antes mencionada escena en la piscina, la cena de Noche Vieja, o las peleas de bar- se sientan como propias.
La relación con su hija también se vive a flor de piel. En casa, Laila atestigua una cotidianidad donde el amor y la ternura sobran, pero resultan continuamente amenazados por el abandono y la naturaleza autodestructiva y dependiente del adulto, una grávida mezcla de elementos que la orillan a una madurez temprana y abrupta. Los desencuentros personales de ambos resultan siempre motivados por la incapacidad de Santiago para apreciar la belleza intrínseca de una conexión incondicional y compleja, inusual en las relaciones paternofiliales. Cada plano que la joven promesa -hija de los actores Rodrigo de la Serna y Érica Rivas– comparte con Sbaraglia es emocionante y denota una química más allá de la pantalla.
Brzezicki genera una narrativa íntima a través de abundantes primeros planos y conversaciones en las que los personajes desfogan sus miedos y desnudan sus almas heridas. En su mundo nadie es ajeno al caos, los adultos se comportan como niños y los jóvenes como adultos. El amor y la felicidad parecen tener precio y ser un objetivo inalcanzable más que un compromiso del día a día. La ansiedad y frustración se apoderan de los cuerpos (tanto en la pantalla como en los asientos) durante los 112 minutos de largometraje y solo cesan con el entendimiento de que, en épocas de incertidumbre, lo más sensato es apreciar aquello que sí se tiene y avanzar mirando siempre hacia adelante, pues “todos estamos tratando de entendernos todo el tiempo”.
Ámame (Errante corazón, Argentina, 2021)
Dirección: Leonardo Brzezicki / Guion: Leonardo Brzezicki / Fotografía: Pedro Sotero / Música: Nico Casal / Reparto: Leonardo Sbaraglia, Miranda de la Serna, Eva Llorach, Iván González, Alberto Ajaka, Thalita Carauka, Tuca Andrada.