COWBOY DE ASFALTO
Caballo desbocado
Cowboy de asfalto (Ricky Staub, 2020), ópera prima basada en una novela de Greg Neri, ilustra una cultura desconocida por muchos: los cowboys americanos. La película, a priori, propone un drama familiar con conflictos paternofiliales. Una promesa incumplida que se desvanece a medida que pasan los minutos.
Las primeras secuencias proponen una narrativa distinta al resto de la obra. Tras la presentación del protagonista, Cole, un adolescente complicado, se muestra el conflicto: una madre lleva a su hijo con su padre para darle un escarmiento. Con esta información se puede deducir la difícil infancia de Cole y entender su rebeldía. Una vez que el niño llega con su padre, todas estas aspiraciones se rompen. El filme toma un camino hermético. Uno de los grandes problemas radica en el punto de vista del autor. ¿Qué se está contando? Una cuestión difícil, o imposible, de contestar. Los fallos de guion son evidentes, salvando el primer acto. La trama padre-hijo no está bien guiada, se pierde entre vaqueros, excrementos de caballos y cuadras. El objetivo del protagonista se disipa, el personaje deambula sin saber muy bien donde ir, ni que viaje tomar.
Con la puesta en escena pasa algo similar. Al principio el director sabe colocar la cámara y donde fijar su mirada. Una mirada directa al protagonista, que dibuja planos atractivos. Uno de ellos sitúa la cámara dando vueltas alrededor del personaje, representando la inestabilidad que sufre. La fotografía está coloreada con una textura pixelada que provoca ruido. Un ruido que parecía ser el sello de identidad del lienzo de la cinta. Una vez que Cole está en territorio vaquero, se esfuma la seductora textura que baña la fotografía. La cámara se pierde, no sabe donde mirar. El tono toma un giro inesperado, pasa de ser un drama familiar a un western casi documental cuando se dedica a retratar la vida de los vaqueros. Quizás se podría decir que son dos películas en una. La historia familiar y la de los cowboys en EE.UU. La segunda, posiblemente más atrayente y mejor llevada, pero ambas podrían haber coexistido juntas, aunque no es el caso.
A pesar de sus carencias, no todo es malo. La cinta cuenta con periodos dulces, que hacen olvidar, por momentos, el sabor agridulce. Los caballos dotan de vida a la historia porque, además de representar una cultura, se convierten en una simbología. En un hito de la madurez, del crecimiento. Cuando, Cole, parece que ha enderezado su vida es capaz de ponerse de pie en el caballo. La simbología de este animal evoca a la literatura, por ejemplo, Federico García Lorca lo describía con un significado totalmente contrario, como una alegoría a la muerte. En el filme los caballos son un rallo de luz, de esperanza, además del sello de identidad de los vaqueros.
Cowboy de asfalto termina con los testimonios de verdaderos cowboys americanos, ¿está basada en hechos reales? ¿Quién es el protagonista, Cole o los vaqueros? Es una lucha constante en búsqueda de respuestas imposibles. Una apuesta fallida que da la impresión de que el director no ha sabido encaminar la película.
Cowboy de asfalto (Concrete Cowboy, EEUU, 2020)
Dirección: Ricky Staub / Guion: Ricky Staub, Dan Walser, Greg Neri / Reparto: Idris Elba, Caleb McLaughlin, Jharrel Jerome, Lorraine Toussaint, Byron Bowers/ Producción: Lee Daniels Entertainment, Tucker Tooley Entertainment, Green Door Pictures/ Fotografía: Minka Farthing-Kohl / Música: Kevin Matley / Edición: Luke Ciarrocchi