CONTIGO A MUERTE
¿Matar o morir?
“¿Qué dirán? ¿Un adúltero celoso de su esposa o una lesbiana loca celosa del marido de su amor?” se pregunta Rei (Kiko Mizuhara) después de haber asesinado al marido maltratador de su antigua amiga del instituto, Nanae (Honami Satô). La escena es demoledora. Los cuerpos desnudos de ambas mujeres hablan por sí solos. Uno, cubierto de la sangre del agresor, el otro, magullado y golpeado hasta el extremo. ¿El resultado? Una representación dolorosamente gráfica de hasta dónde es capaz de llegar alguien por amor. En este caso, por el amor desmesurado hacia otra mujer. Contigo a muerte, el live-action de Gunjô —el aclamado manga de Ching Nakamura— dirigido por Ryuichi Hiroki, ahonda en la compleja relación que mantienen estas dos mujeres y, a su vez, en la profunda huella que la sombra del patriarcado ha marcado en la forma de vivir sus relaciones a lo largo de sus vidas. Rei y Nanae no solo han tenido que subsistir en una sociedad que las minusvalora y denigra únicamente por su género, si no que el añadido de su identidad sexual les ha obligado a enfrentarse a un doble estigma, acrecentando la presión que la sociedad patriarcal japonesa ejerce sobre ellas. De Rei se espera que pronto logre casarse y darle a su padre un nieto. De Nanae, que cumpla con su rol de esposa sumisa. La opresión y el miedo que sienten acaban por entrelazar sus destinos, diez años después.
“O muere mi marido o muero yo” acaba sentenciando Nanae en un momento de la película. Para ella, todo se ha acabado reduciendo a eso. Es matar o morir. Y sabe que Rei es la persona indicada; la única que estará dispuesta a cruzar los límites de la moralidad con tal de arrastrarla lejos de la pesadilla en la que está sumergida. Así, tras realizar el asesinato de su marido, ambas amigas se embarcarán en un largo viaje hacia ninguna parte, dándole a la película un cariz más cercano al género de la road movie que al thriller que aparentaba ser en su partida inicial. A partir del uso distendido del flashback, Ryuichi Hiroki permite rellenar los recovecos en la historia de ambas amigas desde su adolescencia, haciendo que el espectador se vea envuelto en una desordenada narración que, a la manera de un rompecabezas, a medida que avanza va encontrando las piezas necesarias para completarse. Si bien algunos de estos flashbacks pecan de reiterativos, en conjunto funcionan correctamente. El uso de una música pop alegre y los colores pastel que impregnan la mayoría de las imágenes de la cinta parecen querer disfrazar la cruda realidad del oscuro relato que se está exponiendo frente a la pantalla. Como ocurre con las señas del propio maltrato, si se tapan con maquillaje, dejan de ser visibles, de existir.
Contigo a muerte acaba siendo un relato descarnado donde sus imágenes superfluas y coloridas se ven sobrepasadas por lo desagradable de su trama, que acaba desbordándose, sacando a la luz toda la desesperación y la angustia que sufren sus protagonistas femeninas. Sí, han huido, pero no han logrado deshacerse del yugo opresor de la sociedad. Los hombres aún gobiernan sus vidas. Y, al final, tan solo queda preguntarse: ¿qué dirán?
Contigo a muerte (Ride or die, Japón, 2021)
Dirección: Ryuichi Hiroki / Guion: Manga: Ching Nakamura / Producción: Kodansha, Shogakukan-Shueisha Productions. Distribuidora: Netflix / Fotografía: Kosuke Haruki / Música: Haruomi Hosono / Reparto: Kiko Mizuhara, Honami Satô