THE CHILDREN OF THE DEAD
El desfile de los muertos
Los muertos se mueren. El cine zombi, con el tiempo, ha ido perdiendo su antiguo (y breve) esplendor. La trilogía original de George A. Romero “…de los muertos” quizás sea uno de los pocos ejemplos en los que el propio género no absorbió del todo la visión de su cineasta. Décadas después, poco o nada queda de ese subtexto social que lo caracterizó. Más allá de la comedia británica de Edgar Wright Zombies party (Shaun of the Dead, 2004) y del exploitation de Robert Rodríguez Planet Terror (2007), se puede decir que el género lleva estancado bastante tiempo. The Children of the Dead, la ópera prima de Kelly Copper y Pavol Liska, es no solo un valiente homenaje a los orígenes de los muertos vivientes, sino una revitalización que abre las puertas a nuevos y fascinantes experimentos.
Semi-muda y grabada en Super 8, The Children of the Dead es una película que brilla por su locura. La acción lleva al espectador a la población austríaca de Estiria, lugar donde, después de un accidente de tráfico, empiezan a ocurrir extraños sucesos, entre ellos, una invasión zombi (o “zombs”, como dice uno de los pueblerinos estirianos) y la aparición del doppelgänger de una de las víctimas del accidente. El estilo cutre y casero de la película le da ese aire de serie B que tenían las películas de Sam Raimi y Bruce Campbell, en especial la primera entrega de la trilogía Evil Dead, un proyecto rodado durante varios años y sin apenas recursos pero que demostró el tirón comercial que podían llegar a tener las comedias de terror en las grandes salas. No son películas cinematográficamente ricas (ni pretendían serlo), pero tenían un encanto especial. The Children of the Dead, en su mayor parte divertida y desenfadada, replica ese “tan malo que es bueno” quizás de forma demasiado autoconsciente en ocasiones, señalando principalmente el uso abusivo de intertítulos cómicos, a menudo intrusivos y redundantes. La locura y el caos que la pareja de austríacos es solo la superficie, pues la película introduce elementos que rememoran el subtexto social con el que el género zombi nació en los años sesenta. El contenido racial, con esa “bienvenida” que reciben los poetas sirios en la cantina de Estiria, y la no poca simbología nazi y demás ecos del Holocausto están muy presentes, y es lo que hace que el fondo de la película aguante el peso de todo el surrealismo, experimentación y absurdez que llega a su culmen con el maravilloso desfile del clímax.
Junto a la también divertidísima y alocada One Cut of the Dead (Shinichirô Ueda, 2017), The Children of the Dead bien podría ser la punta de lanza para una nueva ola de cine zombi, una que deconstruya (o incluso destruya) las reglas con las que se ha visto encajonado desde que incluso el propio George A. Romero decidiera simplificarlo todo al gore y los gemidos de los muertos vivientes.
The Children of the Dead (Die Kinder der Toten. Austria, 2019)
Dirección: Kelly Copper y Pavol Liska / Guion: Kelly Copper y Pavol Liska /Producción: Ulrich Seidl y Claus Philipp (para Ulrich Seidl Filmproduktion)/ Fotografía: Kelly Copper y Pavol Liska/ Música: Wolfgang Mitterer/Reparto: Petr Kotlar, Harvey Keitel, Barry Pepper, Julian Sands, Udo Kier, Stellan Skarsgard