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ENTREVISTA A CARLA SIMÓN (ALCARRÀS)

«Para mí es importante sentir que cada película te lleva más allá, con aspectos que no habías explorado»

Desde que su primera proyección se tiene una concepción de Alcarràs como película naturalista, como un lugar donde “quedarse a vivir”. Siento que, realmente, lo que hace es lo contrario: invertir la mirada burguesa sobre el campo al mostrar el contexto y el punto de vista a los personajes. ¿Cómo te posicionas ante esas afirmaciones?

Durante todo el proceso intentamos no retratar el campo de forma idealizada, porque no tendría sentido si lo vas a retratar desde dentro. Personalmente, era un proyecto grande porque yo no crecí en Alcarràs. O sea, mis tíos cultivan melocotones y mi familia es de ahí, pero si quería contarlo desde dentro había que hacer una investigación fuerte. Para mí, contarlo desde dentro es incluir todo lo bueno y lo malo: la plaga de conejos, el calor, el sudor, el esfuerzo que cuesta, el dolor de espalda y ese mundo que está mal pagado, etc… y no solo a nivel de historia y de guion, sino también de dónde colocas la cámara. A veces nos cuestionábamos si lo estábamos haciendo bien porque, de repente, si girabas la vista había una puesta de sol de puta madre, ¿sabes? Y pensábamos “aquí eso va a quedar precioso”, pero hacíamos así [gesto de mover la cámara] porque lo importante son los personajes y filmarlo desde ellos. Era una decisión filosófica que tomábamos todo el rato. Incluso la escena del póster, que es un momento potente a nivel visual, nos la cargamos. No porque fuera bonita, sino porque no tenía tanto sentido. Me acuerdo que pensé “hostia, nos vamos a cargar la escena visualmente más potente de la peli, que horror, ¿no?” [risas]. Pero es que esta peli no es esto. Ha sido una conversación constante, un poco de conciencia. No fuimos a filmar eso. Es lo que hay.

carla simon 1 - revista mutaciones

Además, la propuesta formal de la película ya te lo está contando. Tiene esa gran profundidad de campo en la que pasan cosas todo el rato, en todos los planos. Contrario a esa idea del mundo rural como lugar bucólico y tranquilo, es muy frenética: no paran de ocurrir cosas tanto visual como argumentalmente…

Siempre decíamos, en broma, que era una peli de acción [risas]. Desde que escribimos el guion sabíamos que tenía que ser trepidante. Es verdad que existe esa idea sobre el ritmo del campo… pero no es así cuando estás ahí. Y más en una cosecha, con el tic-tac de “si no recoges rápido la fruta se pudre” y donde hay mucha gente trabajando. Yo siento que es un sitio donde la gente todo el rato llega y se va con el coche.

De hecho, cuando nos instalamos con Arnau Vilaró (el coguionista, que es de un pueblo de al lado de Alcarràs y tiene familia de agricultores) para escribir el guion en la masía donde mis tíos trabajan, vivíamos esa sensación de que llegan, se van, no paran; cogen el tractor, ahora el coche, el nosequé; “voy a buscar eso, se ha estropeado lo otro”. De ritmo tranquilo nada. Por eso está así retratado.

Es muy importante también el trabajo con los actores: vinculas muy bien al intérprete con el personaje y el contexto…

Desde el casting buscábamos gente que se pareciera mucho a los personajes que habíamos escrito, para que no les fuera ajeno. Queríamos que tuvieran un vínculo con la tierra, que fueran agricultores. Entonces, ya teníamos mucho trabajo hecho. Quimet tiene muchas cosas de Quimet, Roger es Roger, el padrí tiene muchas cosas del padrí… Nati, por ejemplo, tuvo que crear más al personaje. Aún así todos tenían bastantes características similares. Hay una parte de entrevista muy grande que les hago para poder entender su personalidad, su oficio, de donde vienen, su configuración familiar. Es importante el hecho de que Quimet tenga un hijo de la misma edad de Roger: identificarse en eso les resultaba fácil. Además, en el casting hay que encontrar gente que tenga un actor dentro, que puedan entrar en la situación y puedan creérsela de verdad. 

Esto es esencial ya que tu cine da mucha importancia a la mirada del personaje. Muestras el microcosmos que es su vida enmarcado en un macrocosmos: el problema de la precariedad del trabajo en el campo. Implicas al espectador en ese problema mayor gracias a que le muestras los avatares del día a día familiar. ¿Cómo concebiste ese diálogo entre esos dos mundos?

Esta idea de girar la cabeza y darnos cuenta de que el vecino tiene una historia parecida está desde el guion, en tres o cuatro momentos. Pero no le daba mucha importancia. Pensaba: “esto tiene que estar ahí porque es el contexto del retrato de este sitio, pero donde nosotros ponemos la atención es en lo micro, o sea, en los gestos entre personajes, en sus relaciones y en la fragilidad de la familia en una situación así”. Y claro, fue muy fuerte cuando vimos hasta qué punto nos quedó quedado una obra política. Es algo que estaba consciente, pero no queríamos que ese mensaje fuera más importante que el otro. Pero, al final, es una reflexión de que, realmente, cuando hablas de lo íntimo estas hablando de lo político, muchas veces de una manera más potente que si tu intención era desde un inicio subrayarlo; toma importancia por sí solo.

Alcarras (3) - Revista Mutaciones

Hablas de la importancia del concepto de la familia. Alcarràs empieza con la mirada de los niños y acaba con la mirada de todos los miembros. Hay una unión pase lo que pase. ¿Cómo abordaste el concepto de familia? ¿Es diferente dada estas condiciones?

Creo que es un sitio donde la familia tiene un peso muy grande y muy claro. Para mi, así como en el mensaje de la agricultura no podemos ser muy positivos, con el de la familia me parecía importante ese optimismo de ver la familia como un refugio. Tiene que ver mucho conmigo, Verano [Verano 1993, su anterior película] es lo mismo. Alcarràs cuenta la importancia del núcleo familiar y de que a pesar de que se peleen y piensen distinto se reconcilian y están ahí unos para otros. 

La música se usa en momentos muy puntuales pero se nota que está concebida de modo vertebral. En concreto, la canción que canta el padrí, usada para conectar generaciones y para dar un sentido de pertenencia. ¿Cómo fue ese trabajo con la música?

Pues fue… largo [risas]. Porque pasa algo: cuando tú quieres que la música venga desde dentro de la peli y, por tanto, de los personajes, muchas veces entras en conflicto con tu propio gusto estético como cineasta. Te preguntas: ¿cómo voy a poner esta música en la peli? En mi vida hubiera dicho que iba a grabar dos escenas con música electrónica. Pero te das cuenta de que para el personaje hay investigar lo que haga falta y aprender lo que sea. Fue un poco el caso de las canciones que baila Roger. 

Para la canción del padrí investigamos mucho. Hay canciones que se van perdiendo y eso es una pena. Hay poca gente que las vaya recuperando. La tonada de esta  es la canción del pandero [cançó de pandero], cuya letra se improvisa. Es muy típica de las tierras de Lleida y tiene un origen religioso que se ha ido transformando. Nos parecía que, a nivel emocional, funcionaba muy bien. Por otro lado hay otro tipo de canción que se llaman cançons de segar i de batre, que significa “canciones de cosechar” y que se cantaban en todos los Països Catalans. Sus letras son increíbles. No hay una concreta pues también se improvisaban mientras la gente cosechaba. Decidimos hacer una mezcla cultural porque estos cantos son muy jodidos de cantar a capela, ya que vienen del mundo árabe. Así que cogimos las letras de esas canciones (esta es, un poco, composición nuestra) y la tonada de la canción del pandero, que era más fácil de cantar para el padrí y para la niña [Inés]. 

Hay una muy bonita idea que ha sobrevolado la entrevista. Hablas constantemente de la película como un proceso de aprendizaje. ¿Crees que para el realizador hacer cine es aprender?

Sí, totalmente. Pienso que cada vez que escoges una nueva película tiene que haber algo de reto, algo de “esta peli no la sé hacer”. Y yo… no la sabía hacer [risas]. Por ejemplo, para construir la coralidad tuvimos que ver pelis corales y entender cuál era nuestro acercamiento a esta coralidad. Había muchas cosas que no sabíamos hacer y que había que aprender. Para mí es importante sentir que cada película te lleva más allá, con aspectos que no habías explorado (aunque Alcarràs tenga tonos parecidos a Verano 1993 porque soy la misma persona). Pero siempre con ganas de explorar algo que no había probado.

 

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