BURNING
La paz no tiene bandera
El conflicto entre el ámbito rural y urbano es una tensión que se ve reflejada en cualquier estado moderno, volviéndose su representación casi un cliché. Siendo algo simplistas, podríamos decir que Burning (Lee Chang-dong, 2018) trata en parte este tema, el cual ya marca una constante en el cine de Chang-dong, así como en parte del cine coreano reciente. El cineasta Hong Sang-soo ya contemplaba su cine durante su etapa más temprana como una escapada de la ciudad hacia lo rural. En películas como La puerta del retorno (Turning Gate, 2002) o La mujer es el futuro del hombre (Woman is the Future of Man, 2004) sus protagonistas emprendían esa huida hacia los márgenes de su país, generalmente a la costa (particular fetiche del cineasta coreano). En el caso de Chang-dong podemos encontrar un sentimiento similar en sus dos anteriores películas. En Secret Sunshine (Milyang, 2007) parte del traslado de una mujer desde Seúl hasta la región rural de Miryang motivada por una mala experiencia, y en Poesía (Shi, 2010), pese a no existir esa dialéctica explícita, sí que hay un interés particular por valorizar ese entorno rural, la belleza poética contenida en las pequeñas cosas de la vida, y la única visita de la protagonista a la gran ciudad será para recibir un mal pronóstico médico.
Dados los antecedentes no sorprendería el marco de referencia usado por Chan-dong en su nuevo film si no fuera por la introducción de un detalle que, por razones evidentes, sólo puede verse en países orientales (o más allá de la órbita directa occidental), más si cabe en Corea del Sur: el intrusismo cultural. La película comienza con un joven repartidor de nombre Jong-su (Ah-In Yoo) haciendo una entrega. Durante su trayecto desde el camión de reparto en un callejón, le seguimos mediante un cercano plano secuencia que poco a poco va dejando a la vista el bullicio de la ciudad, hasta llegar a su destino, donde un par de chicas ligeras de ropa bailan y cantan promocionando un negocio cercano con sorteos. Es una de estas chicas Hae-mi (Shin Hae-mi), antigua compañera de clase de Jong-su, con quien trabará de nuevo amistad. El triángulo lo cerrará posteriormente Ben (Steven Yeun), hombre que Hae-mi conoce durante su viaje a África y con el que no tarda en empezar una relación. Este es la imagen contrapuesta de Jong-su, atractivo, distinguido, urbanita y de éxito en su trabajo (el cual nunca define), mientras que Jong-su trata en vano de inspirarse para escribir su novela viviendo en la vieja granja de su padre. Por así decirlo, el personaje de Ben no solo encarna esa distinción entre la vida urbana y la rural, sino también el impacto extra que supone el cambio influido por una cultura externa y diametralmente opuesta.
Lo que fue, ya no es, y lo que es, resulta extraño, confuso. La película se mueve en ese espectro de percepción y realidad hasta el punto de que nunca podemos saber si las vivencias de Jong-su son reales o imaginarias. He aquí el punto clave que otorga relevancia a esta adaptación de Barn Burning, relato de Murakami. Pese a quedar a cargo de alimentar al gato de Hae-mi, Jong-su nunca llega a verlo (pese a buscarlo en el diminuto apartamento de su amiga). Antes de irse esta, consumarán su interés amoroso en una bella escena en la que el reflejo de un rayo de Sol se cuela por la ventana. Día tras día, con la excusa de alimentar al esquivo gato, Jong-su busca ese destello feliz una vez más, pero siempre estará solo. Ni el gato le hace compañía.
En esta tónica se desarrolla una escena particularmente memorable (para lo bueno y para lo malo) hacia la mitad del film, tanto por su esfuerzo estético como por el punto y aparte que supone para la historia a nivel narrativo. Ocurre mientras los tres personajes se encuentran cenando en el porche de Jong-su. Hae-mi, bebida y fumada, se quita la camiseta mientras baila lentamente a ritmo del jazz Ascenseur pour l’Echafaud procedente del coche de Ben. La genial trompeta de Miles Davis resuena durante esta sugerente escena en la que Hae-mi alza sus manos hacia el cielo formando una paloma con la propaganda norcoreana sonando de fondo, desde los altavoces de la frontera entre los países hermanos, enmarcando todo en un contraplano tomado desde su espalda inclinado lo justo como para introducir en el cuadro una ondeante bandera de Corea del Sur. Si bien en su construcción resulta una pieza de una belleza muy elevada, teniendo en cuenta la sutileza de la que había ido haciendo gala Chang-dong hasta ese momento resulta chocante, extravagante, incluso insultante. Un mensaje más explícito habría supuesto la impresión en pantalla de un cartel luminoso proporción Las Vegas, pero no es tanto esto como la introducción del elemento nacionalista en pantalla lo molesto.
Encontramos pues dos visiones opuestas del futuro de un país y su cultura, la apertura total de Corea del Sur, y el aislacionismo extremo de Corea del Norte, este último no representado directamente por ningún personaje pero sí presente en la realidad rural del sur con esa propaganda que llega desde la frontera. En este contexto, Chang-dong construye un paréntesis onírico que contribuye a representar el estado de los personajes y lo que les deparará, un espacio que podríamos considerar como irreal dentro del discurso misterioso y fantástico y por tanto coherente, y en él aporta una visión parcial sobre el conflicto coreano haciendo una invocación de la paz. Eso sí, una paz con la bandera surcoreana impresa al margen. Es como Obama recibiendo el Premio Nobel de la Paz. Son antónimos. No es creíble dada la estrecha relación de su país con EEUU, uno de los países más belicosos sobre la Tierra y causante directo de la actual división de las dos Coreas a partir del paralelo 38 (junto a la URSS). Pero sobre todo, la paz, como tal, debe ser una concepción humana y universal. La paz no tiene bandera.
Burning (Beoning, Corea del Sur, 2018)
Dirección: Lee Chang-dong / Guion: Jungmi Oh, Lee Chang-dong / Producción: Hwang Soo Jin, Lee Chang-dong, Lee Joon-dong, Ok Gwang-hee / Fotografía: Hong Kyung-pyo / Música: Mowg / Montaje: Kim Da-Won / Diseño de producción: Shin Jum-hee / Reparto: Yoo Ah In, Yeun Steven, Jun Jong-seo, Gang Dong-won, Seung Geun Moon
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