BATMAN Y ROBIN
Cómo acabar con la bat-diversión
Hay películas que hacen temblar la vigencia de un género. Tal fue el caso de La puerta del cielo (Michael Cimino, 1980): una superproducción que no solo llevó a la bancarrota a la United Artists, sino que supuso un duro golpe para el western. Algo parecido ocurrió en 1997 con Batman y Robin (Joel Schumacher, 1997). Aunque funcionó en taquilla, está considerada por muchos como la peor película de superhéroes de la década. La crítica sentenció con rotundidad que se trataba de una entrega sin sentido que difícilmente podía tomarse en serio. Por otro lado, para muchos fans la seriedad parece ser la clave tonal que debe caracterizar las adaptaciones del hombre murciélago.
En este sentido, los trabajos de Tim Burton sí que encajan, pues son obras autorales donde el dualismo entre la oscuridad y el espíritu carnavalesco son elementos coyunturales de un discurso reflexivo que entronca con una poética personal que subraya la extrañeza de una identidad truncada. En Batman (1989) se trata de ajustar cuentas con el pasado para dar sentido a una doble vida. En Batman vuelve (1992), sin embargo, el justiciero parece querer dejar claro que él debe ser el indiscutible rey de los freaks de Gotham.
Por el contrario, los trabajos de Joel Shumacher están construidos con un estilo completamente diferente, mucho más visual y ligero. Aun así, en Batman Forever (1995) todavía predomina un tono grave donde el análisis psicológico parece ser la clave para poder racionalizar el trauma de Bruce Wayne que generó a Batman, al tiempo que quizá siembra ciertas dudas sobre su sexualidad. En este sentido Robin aparece como el compañero perfecto ya que se trata de una identidad igualmente impulsiva, inestable y traumatizada.
Batman y Robin es, en cierto sentido, una película sobre los conflictos de pareja, en la que Bruce Wayne se enfrenta a la posibilidad de perder al miembro más importante de su familia: Alfred. Curiosamente, en este caso, el hombre murciélago no es el único que se ve amenazado por la sombra de una pérdida. Es aquí donde entra en escena Mr. Frio: el carismático villano con la historia de amor más extraordinaria de toda la franquicia, a la vez que una posible encarnación de la impotencia.
Quizá también resulta interesante señalar que de la misma manera que ocurre en Mad Max: Furia en la carretera (George Miller, 2015) esta es la película de la saga donde la presencia femenina no solo se hace más palpable, sino que de alguna manera augura el declive de un mundo que parecía solo reservado a los hombres. Al igual que ocurre con la de Miller, esta película es un conjunto de set pieces que busca su sentido de la puesta en escena en el espíritu dionisíaco, que marcan secuencias como la del surfing aéreo o la subasta en el jardín botánico que sirve de presentación de la deslumbrante Hiedra Venenosa.
Las críticas que han recibido los pezones del traje de Batman o la bat-tarjeta de crédito conllevan no entender que son elementos plenamente originales que marcan el carácter excesivo y genuino de la obra catedralicia de un creador que se sintió libre para poder experimentar. Quizá la clave está en entender que, a fin de cuentas, Batman y Robin era una película alocada, caótica, festiva y llena de vida, de la misma manera que lo era la contracultura española, y al igual que esta fue barrida por la moral de la racionalidad y la corrección política, Batman y Robin ha sido despreciada por el fandom en pro del perfeccionismo y la intensidad nolaniana.
Batman y Robin (Batman & Robin, EEUU, 1997)
Dirección: Joel Schumacher / Guion: Akiva Goldsman / Producción: Peter Macgregor-Scott para Warner Bros. y PolyGram Filmed Entertainment / Música: Elliot Goldenthal / Fotografía: Stephen Goldblatt / Montaje: Mark Stevens y Dennis Virkler / Diseño de producción: Barbara Ling / Reparto: George Clooney, Arnold Schwarzenegger, Uma Thurman, Chris O’Donnell, Alicia Silverstone, Michael Gough, Elle Macpherson, Pat Hingle, Vivica A. Fox
Pingback: 7 razones para ver cine malo o el desastre como acto de amor - Revista Mutaciones
A mi me encanta… sobretodo por una genial Poison Ivy
Este artículo está escrito con brillantez. Me ha encantado 😀
Pingback: Batman v. Superman, de Zack Snyder. Revista Mutaciones
Pingback: Watchmen, M. Night Shyamalan y Damon Lindelof: del cómic al cine