BAILANDO LA VIDA
Con los pies en otra parte
La vejez siempre ha sido sinónimo de sabiduría, experiencia y una vida que va llegando a su fin. Si nos imaginamos a nosotros mismos cuando tengamos 60 años, siempre recurrimos al típico estigma del anciano entrañable, aburrido y que pasa el tiempo entre paseos por el parque y largas partidas de ajedrez. Somos nosotros mismos los que nos implantamos ese concepto de final: ya está todo hecho, no hay lugar para experimentar. Para la madura protagonista de Bailando la vida, Sandra Abbot, no existía vida ajena a su hogar residencial, su matrimonio y su ansiado título de Lady. Sin embargo, tras descubrir una infidelidad por parte de su marido con su mejor amiga, Lady Abbot se verá obligada a construir una vida nueva junto a su hermana Bif y a encontrarse consigo misma.
Al igual que en su film anterior, Ático sin ascensor (2014), el director Richard Loncraine ahonda en uno de los aspectos que más atemorizan al ser humano: el cambio y la vejez. Con un excelente reparto coral encabezado por Imelda Staunton, Celia Imrie y Timothy Spall, Bailando la vida nos narra la importancia de las segundas oportunidades y de los pequeños placeres desde una perspectiva vitalista, tierna y con pequeñas dosis de drama y humor inglés.
La evidente dualidad entre las dos hermanas no solo se representa en sus estilos de vida: una casa residencial y un apartamento en los suburbios, el frío y el calor, el día y la noche; sino también en la paleta de colores. A la alocada Bif la rodean colores “chillones” y estampados llamativos, síntoma de su actitud desenfadada y extravagante, que calará poco a poco en la personalidad de su hermana. El entorno de Sandra, sin embargo, se muestra repleto de blancos y colores sobrios, sin exuberancias, solo apariencia. Ambas encontrarán su nexo de unión en la danza, que funcionará como otro protagonista más de la cinta, despertando en Sandra aquello que creía olvidado: la frescura, el deseo sexual e incluso recuerdos de su niñez.
A pesar de que la trama resulta predecible en numerosas ocasiones, no resulta lenta para el espectador y recuerda en su planteamiento y temática a otras cintas como A propósito de Schmidt (Alexander Payne, 2002), El abuelo que saltó por la ventana y se largó (Felix Herngren, 2013) o la también comedia británica El exótico Hotel Marigold (John Madden, 2011).
En su particular historia, Loncraine enseña a sus personajes a apreciar los pequeños placeres, a reírse de la muerte y a encontrar su propio ritmo, aquel que creían haber perdido. Todo ello para que cuando llegue el momento, al igual que nuestra protagonista, demos un salto final hacia el vacío a ritmo del “Running to the future” de Johny Daukers. Tal y como decía Samuel Beckett: “Baila primero. Piensa después. Es el orden natural”.
Bailando la vida (Finding your feet, Reino Unido, 111 minutos)
Dirección: Richard Loncraine/ Guion: Meg Leonard, Nick Moorcroft /Montaje: Johnny Daukes/ Música: Michael J. McEvoy/ Fotografía: John Pardue/ Reparto: Imelda Staunton, Timothy Spall, Celia Imrie, David Hayman, John Sessions/
Al leer este artículo, me han entrado unas ganas locas de ver , bailando la vida y Ático sin ascensor, me voy acercando a esa edad, y seguro que la película me va ofrecer aspectos interesantes de esta etapa de la.vida. felicidades por el artículo, muy bien redactado, te dan ganas de ir al cine rápidamente a ver los film.
Me ha gustado mucho la critica, anima a ver la pelicula……bravo
Gracias por tu narración y cuanta verdad en todo lo que dices.
Al leer esta excelente crítica me dan ganas de salir corriendo hacia el cine más cercano. Gracias por ella.