ANTOLOGÍA DE UN PUEBLO FANTASMA
A la espera de…
Antología de un pueblo fantasma (Répertoire des villes disparues, 2019) se desarrolla en torno a las ideas de aislamiento y desaparición. Aislamiento que se da en el pueblecito de Québec llamado Sainte-Irénée-les-Neiges (de unos quinientos habitantes) y desaparición que se aborda desde el punto de vista de la fantasía y el terror más caprichosos.
Denis Côté es un cineasta que, sorprendentemente, no parece el mismo cuando hace ficción que cuando hace documental. Sus películas pueden dividirse en estas dos categorías sabiendo muy bien cuáles merecen la pena y cuáles no. El caso de Antología de un pueblo fantasma es el mismo que el de Curling (2010) y Boris sin Béatrice (Boris sans Béatrice, 2016); un ejercicio irritante de estilo que carece de un fondo suficientemente estable para utilizar una determinada forma. Es decir, una película con una mala puesta en escena. Ante la insuficiencia de una idea no puede surgir un manto formal que intente hacerla profunda por la fuerza ni mucho menos escoger determinados movimientos o secuencias que intenten recuperar esa falta de potencia inicial. En la nueva película de Côté la cámara sigue moviéndose sin un porqué, continúa temblando aún donde debería quedarse quieta para pretender quebrar la frialdad del paisaje, los personajes o las situaciones. Y termina sucediendo lo mismo que en Wilcox (2019); una clara desvirtuación de un estilo que, por ejemplo, cineastas como Gus van Sant han sabido llevar mucho mejor. Un estilo que hoy en día dice muy poco y que, sumado a la cada vez más acuciante falta de visión y habilidad de Côté supone un problema muy difícil de solventar.
Es del todo incomprensible que el director canadiense se desenvuelva tan bien en el terreno del documental, otorgando una adecuación formal a una premisa siempre minimalista, y que no pueda hacer lo mismo en sus películas de ficción. En Bestiaire (2012) o Ta peau si lisse (2017) somos testigos de un manejo asombroso de los espacios y los detalles, siempre a merced de un ritmo adecuado que hace de cada plano un símil de una propuesta reflexiva más profunda… Una de las pocas virtudes de Antología de un pueblo fantasma es quizá su lectura interna que va más allá de la fantasía tenue y puede dar origen a cierto debate acerca de las comunidades cerradas. Una reflexión más allá de la trama que recupera el interés en el tramo final del film aunque no por ello destaque demasiado en su totalidad. La continua lucha entre lo metafórico y lo emocional se desenvuelve en torno a pequeñas migajas de diferentes géneros cinematográficos integradas en el mismo estilo falsamente nervioso y forzadamente calmado. La película no sabe qué es y tampoco resulta destacable en su indefinición. Nada en su simbolismo mortuorio trasciende a ningún nivel por encima de la extrañeza ni ninguno de los caminos que se cruzan dan fruto más allá de un juego de personalidades rotas (víctimas de un nulo desarrollo). Los fantasmas, los vecinos y los mendigos se quedarán ahí para no ofrecer nada más que sus gestos ante una rara situación, por más que se procure otra cosa. El ímpetu por mostrar lo liviano mediante lo nervioso y dejar que lo frío que se congele más por culpa de una puesta en escena inadecuada hacen de la última obra de ficción de Denis Côté una decepción más.
Antología de un pueblo fantasma (Répertoire des villes disparues (Ghost Town Anthology), Canadá, 2019)
Dirección: Denis Côté / Guion: Denis Côté (basado libremente en la novela de Laurence Olivier)/ Edición: Nicolas Roy / Producción: Ciad Touma / Fotografía: François Messier-Rheault / Reparto: Robert Naylor, Josée Deschênes, Jean-Michel Anctil, Larissa Corriveau
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