AN ACCIDENTAL STUDIO
El Beatle cinéfilo y el cine de autor
En 1970, la considerada como la banda más influyente de la historia, The Beatles, se disolvía a raíz de una serie de factores que incluían diferencias artísticas, presiones financieras y, sobre todo, estragos en la asociación Lennon-McCartney, algo que los había caracterizado durante años. El individualismo por parte de ambos derivó con el tiempo en una ruptura que afectó al resto de integrantes, reduciendo a la banda a alguna que otra colaboración entre Harrison y Starr en los años posteriores mientras cada uno se ocupaba de sus propios proyectos. A finales de los setenta y en contraposición a este caso, el grupo de cómicos Monty Python estaba desesperado por encontrar financiación para su segundo largometraje, La vida de Brian (Terry Jones, 1979), después de que EMI Films cancelara la producción a pocos días de iniciarse el rodaje.

A través del documental An Accidental Studio, sus directores, Kim Leggatt, Ben Timlet y Bill Jones, nos hablan de cómo se produjo (de manera prácticamente fortuita) la creación de la productora independiente Handmade Films, que juntaba a la asociación de cómicos con un George Harrison entusiasmado y dispuesto a ejercer el rol de productor para dar rienda suelta a la creatividad de sus ídolos. La cinta, que se centra en la labor del estudio dentro del panorama cinematográfico de los ochenta, habla de Handmade Films como una alternativa a las majors y a las películas comerciales, señalando su creación como un punto clave para el cine de autor británico. Son los testimonios a cámara fija de figuras tan importantes para Handmade Films como Terry Gilliam o Michael Palin (intercalados con materiales de archivo de la época y que incluyen al propio Harrison y otros colaboradores) los que vertebran el discurso de una cinta que parte de los entresijos de La vida de Brian y de cómo esta salió adelante. Llegados a este punto, la cinta pasa a focalizar su interés hacia otros títulos que acabarían viendo la luz gracias a Harrison y que, en mayor o menor medida, se convertirían en un éxito: El largo viernes santo (John Mackenzie, 1980), Los héroes del tiempo (Terry Gilliam, 1981), El misionero (Richard Loncraine, 1982) o Mona Lisa (Neil Jordan, 1986) entre muchos otros. De esta forma, el filme acaba por convertirse en algo similar a un catálogo de lo que fue la productora, con cada una de sus películas y las declaraciones de sus responsables.
Pese a su premisa atractiva, la cinta acaba por volverse caprichosa en su extensión, dando lugar a una puesta en escena que resulta repetitiva e incluso anecdótica de cara al clímax, perdiendo la coherencia con la que se presenta inicialmente. En su conjunto, An Accidental Studio destaca por la importancia de dar a conocer una productora pionera para el cine independiente británico, convirtiéndose -con el ex-beatle a la cabeza- en una casa de ideas que confiaba en la creatividad de sus integrantes por encima de los asuntos financieros.
