ALMAS EN PENA DE INISHERIN
Un border collie, un asno y la parca
Tras realizar en 2017 Tres anuncios en las afueras (probablemente la cima de su filmografía), el cineasta irlandés Martin McDonagh renueva con Almas en pena de Inisherin una serie de elementos que vimos en sus anteriores trabajos, pero que aquí aúna para crear una cinta autónoma en el microcosmos que supone un pequeño pueblo irlandés en los años veinte. Los ecos de Escondidos en Brujas (In Bruges, 2008, Reino Unido, Bélgica) son múltiples e innegables: la potente envoltura atmosférica de un enclave; el patetismo de sus personajes; la depresión y el coqueteo con el suicidio; la envoltura en forma de cuento; un guion sorpresivo del que no se pueden prever sus giros; la música como transición entre escenas. Asimismo, hay otros dos elementos que también comparte con Tres anuncios a las afueras: una narración que escala en su desarrollo y estalla en su parte final a modo de western exótico, y situaciones y diálogos barnizados con el humor sardónico, por momentos inverosímil y característico del cineasta.
La historia parece brotar de un refrán “sanchopanziano”. De la aparente absurdez de la proposición -de la noche a la mañana Colm (Brendan Gleeson) ya no quiere ser más amigo de su inseparable y aburrido Pádraic (Colin Farrell)- se acaba desarrollando una historia que deviene en profunda moraleja. Y es que, hay una fuerte impronta quijotesca en este relato de (des)amistad. Por una parte, uno de los dos individuos emprende una ingenua lucha contra los gigantes de la mortalidad, buscando alcanzar fama y gloria (en este caso componiendo una obra musical), aprovechando el escaso tiempo que le queda. Mientras tanto, el otro sigue obcecadamente a su referente y amigo, en busca de una utopía: una ínsula que en el mejor de los casos sería la lástima y la condescendencia, una pantomima.
Se desarrolla así este eterno dilema que siempre ha acompañado al ser humano y que probablemente no tenga una respuesta certera: ¿Qué es mejor: ser bueno o dedicarse a un trabajo intelectual que deje huella? ¿Cómo se debe aprovechar el limitado tiempo que se nos ha dado? ¿Qué debe anteponer el ser humano? ¿Cómo se queda uno con la consciencia tranquila? ¿Es moral abandonar la bondad en favor del intelecto? Lo ideal sería combinar ambas capacidades, pero, ya sea por dotes naturales o por necesidad existencial, llega el momento en el que el camino se bifurca y cada uno debe seguir solo su sendero. Justamente son numerosas las escenas en las que los personajes recorren los caminos del pueblo, unas veces en direcciones opuestas y otras, por rutas divergentes.
Estos tres elementos (bondad, inteligencia y muerte) están representados en tres figuras que podrían estar sacadas de Esopo, pero que tan orgánicamente encajan con esa impronta mitológica que siempre irradia la tierra irlandesa: un asno, un perro y la muerte. Transmutadas aquí a las mascotas en un carácter simbólico que representa a sus dueños: el burro del leal y bonachón de Pádraic, el Border Collie (la raza canina más inteligente) de Colm, y una anciana espectral que vaticina nefastos infortunios a los habitantes que transitan por el poblado. En este microclima se exalta el poderío del paisaje con la captación del horizonte, contrapicados a las montañas, vistas de pájaro, movimientos de grúa para situar las casas en el entorno o panorámicas que aglutinan la campiña, los acantilados y el océano. Y dentro de ese mismo espacio aparecen otros personajes que terminan de perfilar la iconografía irlandesa: un policía alcohólico y maltratador, una soltera apasionada por los libros, un cura irascible o el clásico tonto del pueblo que remite irremediablemente a la cosmología de La hija de Ryan (Ryan’s Daughter, David Lean, 1970, Reino Unido).
Almas en pena de Inisherin no se ambienta en época de la Primera Guerra Mundial, sino escasos años después, en la primavera de 1923, cuando Irlanda se batía en guerra civil. Este contexto que no vemos (pero sí oímos en las explosiones de fondo provenientes de islas vecinas), sirve de marco para esta extraña obra sobre la amistad en la que irrumpe una autodestructiva, egoísta e irresoluble disputa entre personas que hace nada compartían mesa. Esta pretendida insólita película retrata con muchas capas las inseguridades, dudas, rarificación e incomprensiones producidas en la repentina fractura de una relación entre amigos. Pero su tono de fábula merece la moraleja prometida: si los amigos de verdad se pueden contar con los dedos de una mano, apartar a los amigos es como cortarse los dedos.
Almas en pena de Inisherin (Reino Unido-EE.UU.-Irlanda, 2022)
Dirección: Martin McDonagh / Guion: Martin McDonagh / Producción: Blueprint Pictures, Searchlight Pictures, Film 4, MSG Entertainment / Fotografía: Ben Davis / Montaje: Mikkel E.G. Nielsen / Música: Carter Burwell / Reparto: Colin Farrell, Brendan Gleeson, Kerry Condon, Barry Keoghan, Pat Shortt, David Pearse, Gary Lydon, Jon Kenny