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ALERTA ROJA

Ceniza y palomitas

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El recorrido y popularización del cine de catástrofes hasta el día de hoy conoce su primera época de fertilidad en el cine de Hollywood de los años setenta. Blockbusters de los grandes estudios que cubrían sus espaldas haciéndose con los servicios de las estrellas del momento. Éxitos de taquilla como La aventura del Poseidón (Ronald Neame, 1972) o El coloso en llamas (John Guillermin, Irwin Allen, 1974) allanarían el terreno para, décadas más tarde, la llegada del gran apóstol del cine de catástrofes: el alemán Roland Emmerich, autor del que Alerta Roja (Kim Byung-seo, Lee Hey-jun, 2019) bebe cuantiosamente.

Es difícil ver los primeros minutos de Alerta Roja y no acordarse de la marabunta de efectos digitales y la exagerada devastación de la propiedad privada típica de la filmografía de Emmerich. Desde los grandes maremotos y heladas de El día de mañana (2004) hasta el literal fin del mundo de 2012 (2012). En la película de Byung-seo y Hey-jun, un equipo de operaciones especiales surcoreano tiene la misión de robar unas ojivas nucleares de Corea del Norte para detener la erupción de un volcán que podría reducir a cenizas ambos países. De argumento ridículo, el blockbuster es consciente de su propia naturaleza palomitera y obvia cualquier intento de ser tomada en serio (durante la mayor parte del tiempo). De tono algo más desenfadado que las obras hollywoodienses, aprovecha la química de sus dos protagonistas para convertir Alerta Roja en un buddy film de espionaje, persecuciones y tiroteos con una Corea apocalíptica de escenario de fondo y añadir así ciertos guiños al intervencionismo norteamericano durante los primeros años de la Guerra Fría.

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A diferencia de las películas de Roland Emmerich, Alerta roja trata de desarrollar unos personajes que van más allá del mero deseo de sobrevivir a la catástrofe en la que están enfrascados. Por desgracia, el propio género limita a estos personajes, que terminan por ser poco más que bosquejos. El militar y su esposa embarazada, el científico excéntrico, la política a contracorriente, el anti-héroe canallita, etc. El carisma de actores veteranos como Lee Byung-hun o Ma Dong-seok ofrece cierto grado de disfrute humorístico, meros alivios cómicos, pero que se aprecian entre la gris cinematografía y el aluvión constante de CGI en las escenas de terremotos y las soporíferas escenas de despachos y exposición científica-política-burocrática.

Si algo dejan claro películas como Alerta roja, es que el blockbuster habla su propio idioma independientemente del país de producción. Los tropos y los clichés son faltas que el cine de catástrofes comparte con el cine de terror comercial –y no tan comercial–, el éxito lleva a la creación de un molde, una línea a seguir que ofrece seguridad financiera para sus proyectos a costa de creatividad y distinción frente a películas de su mismo genoma. Los edificios se derrumban y los coches caen al vacío. El cine de catástrofes se verá congelado en el tiempo, pues es fruto de un tipo de visionado en su mayoría destinado al entretenimiento, al usar y tirar, y, como es el caso de Alerta roja, al ver y olvidar.


Alerta roja (Ashfall. Corea del Sur, 2019)

Dirección: Byung-seo Kim y Hae-jun Lee/ Guion: Kim Byung-seo y Lee Hey-jun/Producción: Myung Chan Kang y Hae-jun Lee/ Fotografía: Ji-yong Kim / Música: Jun-seok Bang / Reparto: Lee Byung-hun, Ha Jung-woo, Jeon Hye-jin y Ma Dong-seok

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