ALEKSEI GERMAN JR. (3): DOVLATOV Y LOS PERSONAJES SUPERFLUOS
Personas superfluas en la niebla. Paraguas para la muerte o el exilio
Pocos cineastas han explorado los elementos del Tiempo y el Espacio como Theodoros Angelopoulos. Su visión de la Historia como periodo de la memoria espiritual que trasciende lo fenoménico y que conecta directamente con el recuerdo, con la existencia personal reflejada en sus personajes, supone un rasgo que lo conecta directamente con el director ruso. Ambos reintegran el Tiempo en el mundo, negando su concepción materialista, cuantitativa, homogénea y uniforme para elaborar un viaje por el espacio que se traduce en la puesta en escena compuesta por largos travellings, personajes taciturnos, víctimas de un periodo que los ha dejado de lado, y la niebla como velo mítico y poético. Angelopoulos se inspiraba en la poesía de Yorgos Seferis, así como German Jr. se inspira en la de Mandelstam, Pasternak o el propio Dovlatov, mezclando la belleza de los paisajes naturales y urbanos con la crudeza del momento histórico que casi siempre contiene una violencia invisible. El suicidio y el asesinato se presentan en el cine del ruso de la misma forma que lo hacían en el del griego: mediante pequeñas muestras de una sangre ya derramada, de la condensación de la escena entre el final del estallido y el aciago final de una vida. La decisión por parte de ambos de no mostrar la crudeza del momento violento concuerda además con su decisión de hacer de sus protagonistas seres inertes, alejados de su tiempo y de su lugar original.
Los personajes de Angelopoulos a menudo son exiliados, como Spyros en Viaje a Citera (Taxidi sta Kythira, 1984) o Alexis y Eleni en Trilogía I: Eleni (Trilogia I: To Lavadi pou dakryzei, 2004), mientras que Aleksei German Jr. trabaja con los suyos antes de que sean exiliados. En Dovlatov aparece el poeta Joseph Brodsky, quién se vio obligado a abandonar la URSS bajo amenaza de arresto, lo mismo que le sucedería a Sergei Dovlatov. En su última película hasta la fecha, la que ha supuesto el acercamiento más grande que German Jr. haya hecho a un personaje real, el componente biográfico choca con la habitual melancolía de sus anteriores films para sustituirla por la frustración e impotencia del artista no reconocido, incapaz de publicar una sola línea debido a un régimen asfixiante. Una maldición para buena parte de los creadores más trasgresores del periodo soviético como podían ser Dovlatov o el varias veces citado en las películas de German Jr.: Aleksandr Solzhenitsyn (que también se vio obligado a exiliarse). Las circunstancias del abandono de un país suelen ser fruto de un contexto político represivo, pero en Dovlatov, la mayor parte de las veces está relacionada con la incomprensión de editores, de la crítica y del público en general. Sergei Dovlatov fue uno de esos escritores que, una vez alejado de su propia tierra, pudo ser realmente apreciado —lamentablemente de forma póstuma y muy tardía—.
El personaje de Dovlatov es una figura que puede leerse como contradictoria ya que, como es habitual en el cine de German Jr., toda la acción formal recae sobre su cuerpo al observar cómo los demás personajes pasan a su alrededor e interactúan con él pero nunca “ocupan” su lugar céntrico. La contradicción surge de esta presencia absolutamente protagónica que observa cómo sus relatos y poemas son rechazados una y otra vez. En el objetivo de German Jr. Dovlatov lo es todo y en el mundo cinematográfico-histórico de la película no es nada. Una semana en la vida del escritor basta para entender su frustración e ingenio mientras apreciamos cómo su talento se diluía en un sinfín de encargos y reseñas que iban en contra de su pensamiento. Dovlatov respeta a Gogol, a Dostoievski y a Pushkin pero es incapaz de hacer una crítica positiva de una película que versa sobre sus vidas y que además produce el periódico en el que trabaja. Por ello será despedido y se encontrará por última vez con sus bohemios compañeros en un plano que mezcla el antropocentrismo de la obra con el existencialismo patente en la totalidad de la filmografía de German Jr.
Dovlatov (2017) y Under Electric Clouds (2015)
La imagen nos muestra a la troupe de artistas marginados que se suben a un coche. Dovlatov se coloca en el techo para contemplar desde arriba todo lo que es y será mientras se dice: “…estábamos y estaríamos a pesar de todo. A pesar de todos los problemas.” Esta escena, que culmina un film lleno de grandes infortunios pero también de pequeñas alegrías, se comprende como la manera en que las personas superfluas se posicionan por encima de un mundo totalmente opresivo. En Under Electric Clouds había un plano que conduce al mismo punto en el que se ve a la heredera subir a una estatua de Lenin para acabar haciendo el pino en su calva. La imagen, además de continuar la ruptura con lo horizontal, supone una simbiosis entre la superación de la Historia y la rendición al absurdo del caos. La figura de un Lenin marcado por la monumentalidad despedazada y corrupta no amanecerá jamás tras el paso firme de la posmodernidad y el fin de la Unión Soviética —deberíamos recordar la escena de La mirada de Ulises (To Vlemma tou Odyssea, 1995) en la que A ve a lo lejos la estatua, también de Lenin, transportada hecha pedazos en un barco mientras las gentes le rinden plegaria como si fuera un santo?.
La cruda realidad es el ahora y todo se remite al tiempo metafísico que conlleva una percepción del pasado con ojos del presente. German Jr. trastoca esa misma realidad tangible y consigue convertirla en poesía de la memoria mediante la escultura del tiempo. Los planos, pausados, largos, necesarios, recorren los espacios como si fueran a desaparecer en cualquier momento, por agotamiento o por dolor. En ellos se registra cada gesto que, por sí solo no sería nada, pero que orquestado mediante el pulso ininterrumpido de una cámara infatigable puede convertirse en algo profundamente bello. Un carraspeo, una serie de tosidos, una canción tarareada o una melodía aleatoria; esos pequeños gestos hacen de las imágenes de German Jr. auténticos cuadros del olvido y la pesadumbre. Auténticas elegías —y ahí podría apreciarse también la huella de Sokurov— para contrarrestar una obsolescencia narrativa que no es que sea pesada y aburrida, sino que redunda en su propia esencia muerta y desajustada. Hay que mirar ahí para evitar mirar hacia otro lado y no obviar la belleza del desasosiego, de la desesperanza y del sufrimiento callado. No caer en la búsqueda de simbolismos inexistentes sino percatarse de la presencia de las formas y la lucha que subyace entre ellas. Entre la nieve y los paraguas, entre las personas y el paisaje, entre la distancia y las miradas… Por eso a veces resulta extraño que los personajes miren a cámara directamente mientras observan “algo” que se esconde tras ella, en un fuera de campo que apela directamente al espectador mientras funciona perfectamente dentro de la forma global de la película. Por eso los personajes de German Jr. son como muertos en espíritu que caminan esperando que les llegue la hora segunda de morir. Como los dos hombres en The Last Train, Daniil en Soldado de papel o Petr en Under Electric Clouds. Personajes hastiados que reconducen sus caminos hacia lo que creen que puede ser “mejor” pero que terminan dudando de su propia existencia de modo trágico y cómico a la vez.
Las breves chispas de un humor tierno y las escenas que contienen la pasión y la fuerza despreocupadas de cualquier joven que explora su realidad son las articulaciones de unos huesos rígidos y cansados. La música es el detonante de ese carácter jovial y alegre que algunos personajes —sobre todo las mujeres— traerán consigo. El silbido es quizá el sonido que más se repite en la filmografía de German Jr. y el que resuena con más fuerza en un espectro visual que tiende al infinito. En todas sus películas, exceptuando From Tokyo, hay silbidos provenientes de alguna o ninguna parte, que aparecen en el cuadro en determinados momentos al igual que la música, que tampoco parece tener proveniencia visible pero que surge dentro de la acción. En Garpastum, la melodía de una flauta que suena en un suburbio de manera externa se convierte en música diegética al paso que la cámara avanza y revela al hombre que la está tocando. También el saxofón y el acordeón en Under Electric Clouds; la guitarra, los tarareos y la canción de Daniil en Soldado de papel; toda la música del club de jazz en Dovlatov… Sonidos que atenúan la imagen y convierten las películas de Aleksei German Jr. en obras tan complejas como hermosas.
Pingback: Aleksei German Jr (1). Estudio del director de Gaspartum a Dovlatov