ALANIS

Quimeras sexuales

¿Se debe o no abolir la prostitución? Quizás esta sea una de las cuestiones más cruciales ante las que se enfrenta el feminismo contemporáneo. Un debate que no encuentra soluciones y que la directora Anahí Berneri ha sabido representar sin ejercer presión en la respuesta.

Alanis es una madre argentina y trabajadora sexual. Papel representado con maestría por Sofía Gala, capaz de dominar la escena gracias a su notable trabajo actoral, junto a su propio hijo de año y medio.  Ella te mira a los ojos, no la puedes obviar. Es imposible ignorar el inconmensurable trabajo físico y mental que nos ofrece la actriz. Alanis (2017) revuelve la conciencia del espectador sin querer esgrimir en ningún segundo lapidaciones o sugestiones respecto a la prostitución. Cuestionar un problema moral puede caer en el equívoco del discurso en pos del beneficio propio, Alanis se aleja de esa mecánica. Berneri filma a través de urbanitas y rocosos planos detalle la atmósfera de este problema, y el cuerpo de Gala es la robusta textura donde la directora centra sus incógnitas.

La historia del cine es machista. Pretty Woman (1990), Mouline Rouge (2001), Irma la dulce (1963), Taxi Driver (1976) o Desayuno con diamantes (1961), todas ellas idealizan la prostitución. Filmes que buscan en sus protagonistas el descaro y la fantasía. Quizás sea redundante explicar o hablar de la mirada masculina en el cine, pero es lícito seguir buscando y señalar aquellos factores que han hecho de este arte un nicho masculino. Contra ello se levantan algunas mujeres cineastas que luchan por un hueco en dicha historia y que aportan una mirada refrescante, tanto conceptual como visualmente. La frialdad y el pulso de cintas como Alanis nos recuerdan que aquel idílico fin de semana entre Julia Roberts y Richard Gere sólo era posible en Rodeo Drive al son de Roy Orbison. Es decir, pura fantasía. Ser puta es vivir en la clandestinidad, en el doble rasero moral de la sociedad, donde sus injurias e imposturas no ejercen más que un flaco favor a dicha profesión y a las mujeres.  Alanis quiere seguir ejerciendo la prostitución. ¿Qué hay de malo en ello? ¿Debemos hablar de esclavitud? ¿La entidad moral y sexual van ligadas? La película y la polémica generada sirven, a la postre, para poner de nuevo en la mesa el debate sobre la prostitución.  Por un lado nos encontramos ante la postura más radical, aquella que señala al putero y a aquellos que se benefician del proxenetismo como los verdaderos culpables de esta presunta lacra. Dicho abolicionismo  se contrapone ante la postura de las mujeres que quieren decidir sobre su cuerpo y que buscan un respaldo legal y social en su trabajo: mi cuerpo, mis reglas. Pero ante todo la cinta busca un interrogante mayor ¿quién legitima o da derecho para comprar mujeres?

Las respuestas merecen debate y reposo. Sea como sea, la taquilla se revitaliza cada vez que se engalana la cartelera con cintas como esta. Películas que nos alejan de esas quimeras sexuales, mujeres de moral distraída que engatusan con gracia y salero a los hombres al turbar sus fantasías más infames. En Alanis la cámara órbita alrededor de la protagonista para viajar a los rincones marginales de Buenos Aires. Lugares repletos de veracidad, preguntas y miradas. Reminiscencias a cintas como Joven y bonita (2013) de François Ozon, donde la moralidad del espectador es puesta en jaque ante la determinación de una chica que expone su despertar sexual mediante la prostitución. Ambas buscan una incomodidad totalmente necesaria. Aproximaciones controvertidas acerca de la prostitución pero, ante todo, de la mujer.


Alanis (2017, Argentina)

Dirección:  Anahí Berneri / Guion:  Anahí Berneri, Javier Van De Couter Producción: Varsovia Films / Fotografía: Luis Sens Música: Nahuel Berneri/ Reparto: Sofia Gala, Dante Della Paolera, Santiago Pedrero, Dana Basso, Silvina Sabater

 

 

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