¡AL ABORDAJE!
Sobre la grandeza de lo pequeño
¡Al abordaje! supone la quinta película de Guillaume Brac, otro cineasta de lo pequeño que se suma a un colectivo inconsciente o no declarado de directores y directoras que se interesan por algo que va más allá de la grandilocuencia tan usada y desgastada hoy en día. Su visionado despierta ciertas reflexiones no solo en cuanto a su contenido, sino también sobre el cine en sí. Y es que la aparición del digital sumada a la multiplicación y abaratamiento del material audiovisual disponible han facilitado el acceso a cualquiera que quiera realizar una película. Pero a pesar de ello sigue habiendo ciertos límites que no se pueden superar ya que hay films cuyo presupuesto y equipo llega a tales extensiones que su realización esta permitida a tan solo unos pocos.
A veces, se suele calificar como elitista al cine de autor, en el que todo depende de una figura que trata de crear un imaginario, unas formas y un mensaje propio. Sin embargo, lo que es realmente elitista es aquel tipo de cine al que no puede acceder cualquiera. Ese acceso no hace solo referencia al contenido de la obra, sino también a sus maneras o procesos. Por lo tanto el denominado cine comercial o blockbuster es también elitista. Puede que sus mensajes o historias sean simples, fáciles y burdas, pero sus formas son tan industriales que no están al alcance de todo el mundo. E incluso el elitismo que desprende este cine es peor que aquel del que acusa al de autor ya que acceder al contenido de una película es cuestión de elaborar una sensibilidad y un criterio que nos ayuda a apreciar esa pieza, nos guste o no. Pero producir un filme de millones de dólares es otro cuento.
De nuevo entra aquí el factor industrial. Esas obras comerciales acaban rodándose de una manera muy clásica, tratando de repetir un proceso empezado hace mucho tiempo y que se cree que es el perfeccionamiento de años de trabajo. Pero realmente lo que supone esto es un intento de industrializar el cine, de producir películas como se producen otro tipo de productos ya sean clavos, botellas de agua o bañadores. Sin embargo, es algo que no funciona del todo y nunca lo hará porque hay elementos artísticos, sociales e incluso mágicos que se escapan a la hora de hacer un film. Aun así, estas piezas se trabajan siempre primero desde el guión, luego se pasa por la fase de preproducción donde entre otras muchas cosas se elige el reparto y más adelante se llega al rodaje, donde todo se desgrana en grandes departamentos especializados que se ocupan de distintas partes de la obra. Por último llega la postproducción, donde también esta todo bien dividido y clasificado por fases. Así se hace una película, o al menos es como nos quieren hacer creer que se debe hacer una película.
Pero hay quienes huyen de estas maneras, logrando hacer otro tipo de cine. Por supuesto quienes lo hacen suelen ser, en su mayoría, autores. A veces encontramos algo con alma comercial realizado de forma diferente, pero normalmente suele ser un paso que sus productores o directores toman con la intención de después poder acceder a presupuestos más elevados. Sin embargo hay otros cineastas que no quieren que ese proceso sea una fase, sino un resultado en si mismo. Son personas que quieren hacer un cine distinto, pequeño, sencillo, sensible. Y entre ellas se encuentra Guillaume Brac.
En este contexto, ¡Al abordaje! se configura como un manifiesto perfecto de todo lo comentado. Si atendemos al equipo que aparece reconocido en los créditos veremos que es una película muy pequeña, rodada de manera de familiar, donde no todo está bajo control. Y eso es precisamente lo que hace que sea tan natural, espontanea y sensible. Cuando aquello que no se controla funciona y se apropia, a veces sin querer o gracias a la suerte, esto se une al filme dotándolo de un aura mágica que traspasa la pantalla. Pero para que eso suceda hay que tratar de hacer las cosas con pasión, realizando una búsqueda que va más allá de lo industrial. Hay que jugar.
Así, Guillaume Brac utiliza actores no consagrados e incluso algunos no profesionales. De esta manera cuando una interpretación funciona esta lo hace porque es real, veraz, y no solo un actor interpretando a un personaje. El hecho de rodar con un equipo reducido ayuda a lograr esa comodidad y comunión con quienes aparecen en imagen. Y por supuesto esto es algo que no hace solo Brac, otros son quienes demuestran también este interés, otros como Matias Piñeiro, Dan Sallit, Jonás Trueba, Hong Sang-soo… Citar sus nombres muchas veces supone una simple repetición, pero eso es precisamente lo bonito de su cine: la repetición continua, el concepto de la película eterna que tanto debemos a Yasuhiro Ozu y Eric Rohmer.
Centrándonos de nuevo en ¡Al abordaje!, cabría decir que todo en ella esta tratado con mucha sensibilidad y sencillez. La propia historia que se cuenta, las localizaciones elegidas, el uso que se hace del sonido (con apenas música y cuando la hay, diegética, huyendo así de las músicas condicionantes que tanto machacan al espectador), la fotografía, su luz, sus colores y composiciones… Todo acompañado del verano y las sensaciones que despierta. Guillaume Brac nos demuestra así que su interés continua siendo el mismo, que sigue queriendo hacer un cine personal y pequeño, un cine sin ego y nada elitista.
À l’abordage (Francia, 2020)
Dirección: Guillaume Brac / Guion: Guillaume Brac, Catherine Paillé / Producción: Grégoire Debailly / Edición: Héloïse Pelloquet / Fotografía: Alan Guichaoua / Arte: Marine Galliano / Reparto: Eric Nantchouang, Salif Cissé, Édouard Sulpice, Asma Messaoudene, Ana Blagojevic, Lucie Gallo