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ABRACADABRA

Menos magia que desconcierto

Abracadabra es desconcertante. Empieza como una comedia costumbrista española, continúa como un thriller paranormal del color de Vértigo (Alfred Hitchcock, 1958) y acaba en el blanco Matrix de un plató de anuncio de detergentes; parece instalarse en el familiar tono de comedia de un especial de Nochevieja, pero salta de excursión a otro irreverente o negrísimo o serio sin solución de continuidad. Uno terminaría perdido, como en esos pastiches de fin de año, sin entender quién pensó que Camilo Sesto seguía á la mode ni quién sigue hablando francés, si no fuera por la unidad de su discurso: la emancipación de una mujer bandera (sic) de Carabanchel (Maribel Verdú) con unos cuantos sueños rotos desde que se casó con un bruto que no le presta atención, sólo gruñe y aplaude al Real Madrid. Todo ello mediado por la sesión de hipnotismo (con José Mota como médium) de una boda hortera en la que al marido se le introduce el espíritu de un atento, cultivado y enamorado loco asesino. Entonces, Maribel Verdú tendrá que tomar la dolorosísima decisión de si su nuevo mejor amigo (o su marido) morirá… o vivirá. Ambos comparten el cuerpo de un camaleónico Antonio de la Torre, que transforma su rostro según es uno u otro.

La atención a las clases populares de Madrid, sus barrios y sus costumbres puede hacer pensar que se trata de una película española de cine social (gracias a Dios, no) o de un retrato naturalista de quienes ya eran poco afortunados durante los 80, en esa España del pelotazo que en algún momento la película parece querer contrastar con la del presente, qué decir de su suerte ahora. Pero un dispositivo basado en las miradas y los primeros planos más que en los espacios, y en las relaciones entre planos más que en lo que sucede dentro de ellos, no deja lugar a duda: Abracadabra trabaja con el imaginario esperpéntico del costumbrismo, no con la realidad. Ni le preocupa. Estamos más cerca del Almodovar más manierista que de la sensibilidad popular de Paco León, para entendernos. Que la película trabaje con mil lugares comunes -los peores estereotipos de clase, de género y de la vida contemporánea, la Gran Vía, la M30…- no es un problema, sino que se tratan de las lícitas herramientas de que parte el director. Para él, los personajes y escenarios tan forzosamente cutres y pobres de la película son un medio y no un fin.

Del mismo modo que en Blancanieves (2012) Berger trabajó con la tradición más castiza -los enanos de  Velázquez, los toros, el cine de época…- para modernizarla, aquí podría pensarse que se trata de lo mismo con la cara más contemporánea del costumbrismo. O, al menos, el imaginario de lo hortera típico de una boda o de la gala de Nochevieja que incluye temas de Camilo Sesto, “pajaritos por aquí” y a José Mota. Ése imaginario, en parte, que Pablo Berger cree que sigue siendo el de la gente corriente: el mismo que reunió a Bustamante, Marta Sánchez, Monserrat Caballé y Raphael y su na-na-na-ná en un anuncio de Lotería de Navidad. Pero en seguida se descubre que tampoco hay una reelaboración de este imaginario, sino que se trata de un medio fácil para articular la identificación y el distanciamiento del espectador, vehicular un discurso fácil y hacer humor, sí, fácil. Y eso a pesar de tener apuntes que, de haberse desarrollado y no dejado atrapar por el pastiche, habrían sido interesantes. Como el juego que se establece por unos minutos con Antonio la Torre de leer el cuerpo (o más exactamente, su rostro en los primeros planos) como manifestación de una u otra identidad, y de cómo actuar en consecuencia; o la resonancia de una España fantasmal de los 80 y de sus espacios en la actual, con una casa embalsamada como cámara del tiempo. Pero cualquier idea interesante se pierde como por arte de magia y no queda más que el brillo ocasional de unos cuantos trucos.

Alberto Hernando

Abracadabra  (España)

Dirección: Pablo Berger / Guión: Pablo Berger / Producción: Ibon Cormenzana, Ignasi Estapé, Jerome Vidal / Música: Pablo Berger, Alfonso de Vilallonga / Fotografía: Kiko de la Rica / Montaje: David Gallart / Diseño de producción: Alain Bainée / Reparto: Maribel Verdú, Antonio de la Torre, José Mota, Priscilla Delgado, Josep Maria Pou, Quim Gutiérrez

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