EntrevistasSevilla 2019

ENTREVISTA A JAIONE CAMBORDA (ARIMA)

“Me interesa posicionar al espectador en la incertidumbre”

Camborda - Revista Mutaciones

 

Jaione Camborda es otra de las nuevas voces de directoras españolas que están emergiendo con extraordinaria fuerza en los últimos años. Una ilusionante generación de mujeres cineastas que integran nombres como Carla Simón, Belén Funes, Celia Rico, Elena Martín, Diana Toucedo o Lucía Alemany, y que con convencimiento tendremos la oportunidad de disfrutar con su creatividad por mucho tiempo. Camborda, nacida en San Sebastián en 1983, estudió dirección de cine en el FAMU de Praga y dirección de arte en el HFF de Múnich, fue directora de arte en Las altas presiones (Ángel Santos, 2014) y ha dirigido cortometrajes muy aplaudidos en festivales como A rapa das bestas (2017) o Proba de axilidade (2015). Desde hace una década vive en Galicia, donde desarrolla su carrera profesional. Arima es su ópera prima, la cual produce, escribe y dirige. Tuvo su estreno en Europa en el Festival de cine europeo de Sevilla, donde consiguió el premio especial del jurado en la estimulante sección Las Nuevas Olas y donde se realizó esta entrevista. La película se estrena en salas españolas el próximo siete de febrero.

Explíquenos el punto de partida de Arima. ¿Qué elementos importantes fueron decisivos en el planteamiento creativo de su ópera prima?

Fue a partir de una imagen. Una escena de una niña jugando en la que se confundía la realidad y el juego. En ese lugar comencé a tirar del hilo y me interesé por generar unos personajes algo poliédricos, que se fusionaran y fueran de alguna manera espejos unos de los otros. Además de plantear la cuestión de la mirada y la percepción desde las mujeres protagonistas. Cómo esa convivencia entre lo imaginado y lo real, el pasado y el presente, se unían.

El entorno rural gallego supone igualmente una pieza fundamental en la obra.

Sí, el espacio se revela también como un lugar en esa frontera. Para motivar el aspecto espectral de los personajes y del propio espacio busqué un lugar que de alguna manera está como suspendido en el tiempo, paralizado, pero a la vez posee una fuerza telúrica que subyace y se desplaza en todo su territorio y en toda la película. Este sitio fue finalmente Mondoñedo (provincia de Lugo), un lugar que evoca mucho misterio por su niebla, su humedad, su musgo, sus piedras, y en el que se siente su pasado fuertemente. Es muy fantasmagórico.

¿Cómo desarrollaste el proceso de escritura de los personajes femeninos por un lado y de los personajes masculinos por otro, esos extraños que vienen a invadir el entorno ocupado por mujeres?

Planteé una especie de desglose de varios álter egos femeninos en el que había una piedra angular que era Julia, la protagonista, y donde todas las demás venían a ejercer un cierto eco con ella, como si todas fueran todas y llegara un momento en el que funcionaran como un corpus común. Por otro lado, situé un personaje masculino con su sombra, que debía abastecer toda percepción de esta amalgama de mujeres. El hombre es para cada una de ellas una cosa diferente. Y así se establece un juego entre el mirar y el ser observado. También el hombre entra en ese juego de espejos, hay imágenes que cobran ecos formales en donde una mujer puede sustituirle en algún momento o incluso donde el propio fantasma puede que sea él.

Se aprecian claros referentes cinematográficos para la construcción de la atmósfera como son la obra de Lynch o Erice. ¿Tiene también como referencia al Novo Cinema Galego?

 Del Novo Cinema Galego sobre todo es una cercanía paisajística que compartimos estos cineastas, además que al encontrarnos todos tan cerca nos observamos unos a otros. Tengo muchos referentes del cine experimental, aunque en momentos concretos y no transitan toda la película. Por ejemplo, en el tratamiento de la imagen de los perros tengo muy presente a Deborah Stratman o en el bar con las veladuras a Teo Hernández. Bergman es otra gran influencia, en el juego de los personajes con alter ego que se fusionan.

Háblenos acerca del reparto de Arima.

Hay una mezcla entre actores profesionales y no profesionales, aunque en su mayoría lo son. La niña la encontré en Mondoñedo a partir de un casting que realizamos y en el que tuve mucha suerte de encontrarla, puesto que vive muy poca gente en este lugar.

Al visionar la película se evidencia que como cineasta prefiere plantear interrogantes al espectador que ofrecerles respuestas inmediatas.

Exactamente. Yo también disfruto mucho como espectadora en este sentido. He querido dar bastante espacio al espectador, he dejado que el suceso estuviese en off para que la forma de percibirlo tuviera más relevancia. Me interesa posicionar al espectador en la incertidumbre, porque de alguna forma creo que dialoga más fielmente con nuestras vivencias, pues en la vida real nosotros no tenemos certezas, no observamos las cosas con una motivación clara. La gente no tiene unos deseos claros, de por qué quiere esto y no lo otro. En términos narrativos la película es un poco juguetona, se mantiene en una nebulosa e intenta ofrecer herramientas al espectador para que acepte ese lugar.

¿Cómo ha sido la experiencia de dirigir y producir al mismo tiempo?

Arima ha tardado años en financiarse, realizarse y posproducirse, y mientras tanto he llevado a cabo proyectos más pequeños, en los que no he necesito tanta infraestructura, como es el caso de A rapa das bestas (2017). Esto es algo que me gustaría mantener en el futuro, poder hacer proyectos más pequeños de corte experimental al mismo tiempo que preparo otras películas. En cuanto a la tarea de producción ha sido un trabajo ingente dado que contiene unos riesgos muy palpables y al final te va quitando espacio creativo, y yo produje para poder crear. Te das cuenta que la producción requiere mucha atención y energía. Sí es cierto que a la hora de plantear el rodaje hay cuestiones que van a la par, pero también hay una cierta esquizofrenia, porque como directora deseas forzar algo que económicamente no es posible. Siempre hay que tomar decisiones muy difíciles siendo quien produce y dirige a la misma vez. Tener el control total ha sido un aprendizaje, aunque de cara a la siguiente película quiero plantearlo de otra manera, me gustaría compartir, hacer más familia, porque de lo contrario se convierte en un trabajo muy solitario.

¿De modo que hay nuevo proyecto en marcha?

Sí, ya estoy en ello. Se cierra un periodo a la vez que comienza otro. Me encuentro con muchas ganas pese a que al principio tuve miedo de que todo este proceso tan largo y costoso me quitara las energías, pero no ha sido así, vengo reforzada.

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